jueves, febrero 02, 2006

IV.- En esta fría noche.

París, 21 de diciembre de 2003.

Mi amado caballero Cyrano de Bergerac:
En este domingo frío le escribo nuevamente y le hablaré un poco de lo que hoy ha viajado en mis sueños, ahora que le sé en un parque de su hoy también fría ciudad.
He de imaginarle contemplando las estrellas que alumbran calles y casas, tratando de mostrarnos un mundo de fantasías y sueños repleto de alegría. Eso dicen que es la navidad, pero me gustaría que los hombres no olvidaran que la navidad, si es alegría, debe vivirse cada día... hay niños esperando un día glorioso llenos de golosinas y juguetes, pero también hay otros que se pasean por las vitrinas y ven escaparates llenos de sueños inalcanzables y piensan que la Navidad no les pertenece y cómo puede existir la Navidad si hay un niño que no la vive?
Bueno mi caballero, pero estas son sólo remembranzas de su amada soñadora que espera ver que los niños puedan volar libres en alas de cometas multicolores bañados de esperanzas.
Hoy, también he pensado que estaba alejada de los versos que también le escribo y le he escrito que mis poemas siguen vivos, que estoy llena de infinitos latidos y que el mar ha vuelto a rugir después de vivir un tiempo de vientos quietos y mares sin olas. No crea que es la musa que se aleja, no mi señor, es que me lleno la vida pensándole y siento que es eso lo que más regocija mi corazón. Puede parecer un silencio de versos, pero usted sabe que sin escribir también estoy gritando al mundo cuanto le amo.Sabe, hoy también me he vestido de niña con el pretexto de escribir una carta al Niño Jesús, que he colocado a orillas de nuestra góndola. Es una carta simple y en lugar de pedir, ofrezco dejar mis manos abiertas para que usted las tome y las coloque tibias en su pecho... en verdad que con eso esta niña sonreirá y será feliz...
Amado mío, ahora tengo frío, pero sé que es típico de estas fechas, pero tomaré esa manta de retales cosida con hilos de oro robados al sol y cubriré mi cuerpo... se calentará y así lo encontrará cuando venga a tomar mis manos para posarlas en su pecho.
He de despedirme, para que cuando usted cruce las fronteras para dejarme la carta o la nota de este día, consiga ésta escondida tras el ladrillo. No sin antes decirle, que hoy también sus besos me acompañan y que LE AMO.
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

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