lunes, febrero 27, 2006

XIII.- Mañana es 14...



Paris, 13 de Febrero.

Mí amado caballero Cyrano de Bergerac:

Primero he de referirme a su última carta, la cual no era para mi, "MI ELLA ES", pero es la que estará prendida de mis sentidos, de mi existencia, porque en ella, más que hablarle de mi a los respetuosos amigos que Dios ha puesto en mi camino para cuidarme en su ausencia, me habla del amor que nos cobija y de su nobleza. Y tiene usted razón mi señor, ELLA, esa que soy yo, si llora y llora de alegría y llora por las cosas que ponen a prueba nuestra valentía, nuestra capacidad para entender que Dios es quien hace que se haga y lloro por ese manojo de espigas de oro que ha puesto a mis pies.

Amado, lo otro que quiero referirle es que me encontraba pensando que dentro de muy pocas horas, será de nuevo un día 14 y una nube triste, pero muy frágil flotaba en mi cielo azul. Recordaba nuestra intención de vivir cada día 14 juntos, además, dicen los aldeanos que mañana se celebra el día del amor. Eso, aunque yo no lo entiendo, me puso a imaginar cosas que debería hacer mañana para celebrar por nuestro aniversario y por el día del amor, pero desistí de la idea mi amor, ya que creo ilógico pensar en algo que nosotros celebramos cada instante de nuestras vidas.

Sé que no será posible que mañana nos veamos, y aunque eso golpea mi corazón, me llena también de mayores ansias por ese encuentro que pronto la vida nos regalará. Mañana, amado mío, recorreré las plazas y parques que rodean nuestra bella ciudad y pondré especial atención en las parejas que encuentre a mi paso, tomadas de las manos, con sonrisas de colores, calmando la sed en los labios, quizás esperando el descuido de quienes les ven para acariciar sus cuerpos... y en cada una de ellas veré nuestras vidas. Pero querido primo, no crea que permitiré que la nostalgia y la añoranza me invada, no!, por el contrario, sonreiré mi señor, al acariciar la certeza de que nuestro amor está por encima de fechas, de tiempo, de espacio... está por encima de presentes, de regalos, de presencias, ya que este amor está dentro de nuestras vidas y se dibuja ante los hombres en el cielo azul, en la sonrisa de las estrellas , en las caricias del viento...

No nos veremos amor, pero mañana al despertar estará usted prendido en mis ojos, y quiero que sepa además, que en ese preciso instante mis pensamientos volarán hasta usted para entregarle tan solo uno de mis besos. Mañana amado mío, a medida que transcurran las horas, sepa usted que le amo y que pienso en que quizás ahora somos cuerpo sin cuerpo, pero recorreré minuto a minuto esta espera que pronto acabará y así la fría desnudez terminará. Me imaginaré palpando el traje con el cual usted me cubrirá, cerraré mis ojos para recorrer su aprendido rostro. Sentiré el olor de sus besos de fuego, comenzaré a temblar y arrojaré al foso el miedo que me viste cuando no estoy en sus brazos, porque pronto, mi cielo, seremos cuerpo con cuerpo, dos cuerpos desnudos pero vestidos para siempre de existencia.

Por siempre suya. Su amada Roxana.

XII.- El sueño de un beso.



Paris, 05 de febrero.

Amado caballero:

Ayer acudí a su encuentro, a ese lugar en lo alto de la colina donde me citó. A medida que me acercaba, sentía que mi corazón quería ir más a prisa que mis pasos. Cuando llegué a la colina contemplé ese majestuoso paisaje. Vi como las ramas de los árboles seguían el ritmo de la brisa, ¡estaban bailando para mi! y pude disfrutar de un abanico de mies queriendo alcanzar los cielos. Allí le esperé y al ver que pasaban las horas y usted no se presentaba, una extraña sensación de angustia comenzó a apoderarse de mi. Decidí temerosa bajar a la aldea, y aunque no conozco con precisión donde se encuentra su castillo de sueños, me dije que alguien debería conocer el lugar de sus habitaciones.

Al descender la colina me recibió un tímido manantial, al que le permití que besara y arropara mis pies. Comencé a recorrer las calles de piedra y a todos a mi paso les preguntaba por los aposentos del Caballero de Bergerac. Mis intentos fueron inútiles, hasta que un hombre con una dulce sonrisa escondida se me acercó y me dijo: “Veo en tus ojos que eres Roxana. Siento en tu voz la angustia por no hallarle, pero no permitiré que le encuentres y que él se percate de tus tribulaciones. Ve a casa”.

Amado, no pude convencerle, pero le juro que Dios le puso en mi camino. Con suaves palabras, como venidas de la brisa me dijo que usted me amaba. Me dijo que su ausencia no había sido voluntaria y que mi tristeza solo provocaría mayor sufrimiento a su corazón. En verdad logró ahuyentar mis temores y dejé que me acompañará de regreso a casa, mientras que en silencio le escuchaba hablarme de Dios, sueños y amor.

Ya en casa, después de muchos pensamientos revoloteando en mis sienes quedé dormida.

Cielo, hoy amanecí más tranquila, con el recuerdo aún tibio de un sublime sueño. Estaba en un hermoso lugar rodeado de árboles y flores, un silencio imperturbable como para dejar oír los gritos del alma. Una hermosa montaña me tenía a sus pies y en lo alto, la neblina se desdibujaba lentamente al dejarse atrapar por hilos de sol. Olía a heno fresco y sólo un arpegio de esquilas arropaba mi vida, mientras sentía mis manos asir la brisa que me sonreía... y ese beso.

Adorado primo, ese sueño ha alimentado mi alma...con esas pequeñas cosas que sustentan mi mundo... con la naturaleza que parece estática ante nuestros ojos, pero que se dibuja con más de mil colores... con las flores que en ocasiones parecen adornos inmóviles, pero que hablan con su forma y con su aroma... con las manos que sueñas lejanas, pero que sientes sin tocarlas... con el sol que parece rabiar por su calor, pero que da vida e ilumina nuestros pasos... y con la dulce nostalgia que quedó en mi existencia con el sueño de un beso...

Una última cosa os quiero decir, nunca será demasiado el amor que os entrego, porque no os podría amar de otra manera.

Por siempre suya. Su amada Roxana.

lunes, febrero 13, 2006

XI.- Osadía.

París, 22 de enero

mado primo:
Anoche cavilaba sobre el tiempo que tengo sin escribirle, sin contarle lo que han sido mis albas, mis días y mis lunas y he dormido un sueño triste amor. Hoy amanecí con enormes deseos de derramar las palabras que se quebraban en el silencio. Un imprevisto presentimiento me llevó a buscar bajo el ladrillo que guarnece las cartas que usted envía a su dama. He encontrado una nota sobre un pergamino ya usado y sin saber su contenido me asaltó una extraña sensación.
Pensé que se trataba de una de sus cartas de lejana data pero me he percatado que se trata de una nota de su incondicional y fiel siervo.
He de confesarle que en principio no atinaba a descifrar el porqué me había escrito, pero a medida que mis ojos libaban cada una de sus palabras, fui sintiendo que su humilde vasallo sólo busca que su señor, el príncipe de oro y diamantes azules, como él le llama, encuentre el sosiego y la calma que ha perdido por la tardanza de mis letras.
Amado, os quisiera pedir que no riña a su vasallo por esta temeridad, pues hemos de ver en su osadía el gran afecto y respeto que le profesa. Él me comenta en su nota la tristeza que le cubre a usted por no haber recibido el perfume de mi cuerpo inmerso en cada epístola y a él por no oírle leer y releer en voz alta mis palabras de amor bueno.
Mi caballero, he de pedirle algo que podría parecer que ahora quien peca de osadía es su Roxana, pero no me equivoco al pensar que usted entenderá mi petición, porque sólo un corazón grande y puro como el suyo es capaz de provocar tantos sentimientos hermosos en los seres que le rodean. Dejo a sus pies unas pocas líneas para su servidor, las cuales deseo les lea.
“Dios existe en cada palabra, en cada gesto, en todo momento, en toda distancia.
Dios existe en mi amor por mi Príncipe azul.
Dios existe en usted, fiel acompañante de mi Cyrano.
Dios existe en la fealdad que usted cree ver en un espejo, pero también existe en esa bondad y lealtad que embellece su alma... esa belleza que ofusca la imagen y que es la única esencia del hombre”
Amor, os quiero recordar que usted me ha dicho que yo soy el amor tras una cortina. La risa tras la tristeza escondida en su alma y su vida, pero es allí, alma y vida, donde su amada está como la hiedra empuñada de orquídeas. Por esto le pido que si en la distancia siente que se escapa mi aliento de su vida, atrápelo en el eco de mi voz que a cada instante le nombra. Sé que Dios pronto me guiará hasta usted y el mundo oirá nuestro canto, recostaré mis sueños en su pecho para juntar la labor de nuestras manos y construir futuro con un presente sembrado de amor. Sé que vendrá un día en que con sus cabellos teñidos de azul se apoyará en mi hombro y no quedará rastro de las antiguas heridas... y los tiempos de espera se trocarán por inmortal paz, calma, pasión sudor, labor, unión eterna sólo de dos.
Os pido no me pregunte el día, no sé, no importa, llegaré envuelta en fragancias, con los ojos abiertos escuchando esa música desde siempre presentida... habré tejido con mi larga cabellera una hermosa crineja para liarle por siempre a mi alma... Y germinarán en nuestras manos exquisitas primaveras, días de sol llenos de colores y de rosas, noches de luna llenas de luceros y de estrellas... Y germinarán inviernos ausentes de frío y como las golondrinas estarán nuestros corazones guardados bajo los tejados... Y germinarán mares infinitos rodeados de aves y arena, mientras usted, mi amado, liba el silencio de mis ojos oscuros y yo libo la paz anidada en sus brazos.
Vendrá un día... por ahora os pido me disculpe el silencio hasta hoy, y amado, no olvide cuanto os amo.
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

lunes, febrero 06, 2006

X.- Hoy 14 paseo por París.

París, 14 de enero.

Amado caballero:
Le prometí que hoy descansaría. De verdad lo intenté, pero en contra de sus deseos, he tomado mi abrigo y el fino paraguas y he salido a recorrer nuestra adorada ciudad y sus alrededores, que hasta hace apenas unos minutos recibía las lágrimas de Dios; y he recordado ese poema de César Vallejo, de Piedra Blanca Sobre Una Piedra Negra... “Me moriré en París con aguacero un día del cual tengo ya el recuerdo...”, pero amado, ¡no ponga esa cara! que hoy no es jueves y ya la lluvia ha cesado.
Pero es que estando ensimismada contemplando el cielo desde nuestra góndola, deseé llegarme hasta el Palacio de Versalles, el Castillo del Rey Sol, contemplar los fastuosos jardines, obra de Nótre... esos jardines coloridos que se dirigen a un espacio infinito.
Deseé acercarme a las ovejas que pastan junto al Palacio de Trianon; ver si encontraba a la caprichosa de María Antonieta junto a la fuente de Apolo, cuando este surge de las aguas en su carro tirado por los cuatro corceles. Se me antojó visitar el Gran Salón de los Espejos y contar nuevamente cada uno de los diecisiete majestuosos ventanales que dan a los jardines. ¿Sabía usted, mi señor, que son diecisiete ventanales?, ¡buen número como dice usted!. Todo esto quería ver hoy, pero el tren demoró y me quedé en París.
Decidí dirigirme a la estación del bauteau mouche. En mi camino contemplaba con la misma emoción de cada día, esta, mi adorada ciudad... y me dije: “no hay mejor lugar para vivir, no hay mejor lugar para amar, no hay mejor lugar para morir”, porque todo, mi cielo, está impregnado del encanto de las hadas, de la divina belleza que no se puede describir, así como no puede describirse el amor que siento por usted.
Me detuve en Montmartre para observar a hombres y mujeres que están y no están, que vacían el arte de sus manos ante todos los que fascinados les disfrutan y que ellos parecen no ver. Caminé y me senté sobre la hierba aún húmeda, frente a la Iglesia del Sacre Coeur a contemplar las miles de palomas que parecen hacer reverencias a los visitantes por unas migas de pan. De repente una bandada de diminutas blancas mariposas comenzó a desplazarse de este a oeste, en sentido contrario a la brisa y me quedé pensando... volar libre hacia donde quiera, lo que crea me contraviene, no me detendrá... solo hay que volar hacia los sueños...
Amado, pido me disculpe esta aventura, pero como olvidar esas palabras “Todo lo que fue tuyo, de algún modo lo recuerdo, mi bien, pues lo amé todo”. Cielo, esto es amor... y esta es mi querida ciudad, así como la es de usted.
Mi Cyrano, ya he tomado el bauteau mouche, desde donde le escribo esta misiva, en este momento en que como siempre pienso en usted.
Antes de terminarla os repito cuanto os amo, en este día 14 en que siento como me lacera su amor. Ahora comenzaré en silencio mi vuelo sobre el grandioso Sena y seguiré libando la grandeza de esta ciudad iluminada que me habla de amor... que me habla de la gloria de su amor.
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

IX.- Con el alma desnuda.

París, 12 de Enero.

Amado Cyrano.
En mi última carta le adelantaba que me convertiría en brisa para arropar su mágica existencia, pero en este momento estoy al borde de nuestra góndola, libando esa brisa que ha de acompañarme hasta su encuentro y me he quedado pensando en muchas cosas que os quiero decir.
Pensaba en las mil palabras que estuvieron reposando en las alforzas de mis labios, en los mil poemas dormidos en las palmas de mis manos, en las mil caretas guardadas para alternar cada día, en los mil trajes para vestirme de mentira. Pensaba en esa voz que me buscaba desde siempre... esa voz que seguí desde una azul mañana de junio y me hizo entender para que me sirven las manos, los pies, los días, la vida... entendí que mis manos no dejarán escapar su rostro, su tiempo, nuestro tiempo... que mis pies pisarán sus huellas siempre delante de las mías... que mis días siempre serán de esperanza por un mañana en calma... que mi vida es ahora cuando se desnuda.
Pensaba en que llegasteis a colmar la llanura desierta, a hacerme tirar los trajes, las caretas, el disfraz; llegasteís para acariciar el cuerpo y el alma olvidada y enseñarme a vivir desnuda de verdad.
Amado, le entrego los poemas que hablaban de los sueños. Podéis hacer con ellos lo que os plazca, porque ese sueño que dibujaban, es hoy mi absoluta realidad. Hoy deposito en sus manos el corazón que padecía su ausencia, pero que hoy late por sus letras, por sus ojos, por sus manos, por su alma... por su amor y por la esperanza de un día en que para siempre repose en su pecho mi existencia.
¡Cielo!, en este momento estoy sintiendo una delicada brisa recorriendo cada uno de mis pliegues, ¡Dios! , ¡amado Cyrano!, ¡decidisteis convertirte en brisa para arroparme la vida!
Ahora he de cerrar mis ojos y mis poros... para volver a guardarle en mi memoria y en mi piel... mientras el eco de sus besos acompañados por el viento, se hacen manto por siempre sobre mi ahora alma desnuda.
Amado, dejad que os repita cuanto os amo.
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

VIII.- Al descubierto.

Paris, 8 de Enero.
Mi amado Cyrano:
Leo la hermosa carta que me ha enviado y no puedo dejar de brillar en sonrisas al sentirme descubierta. Aunque pensándolo bien, eso quería, cuando decidí volar hasta su hombro. Me encontraba tejiendo quimeras con mi cabellera a orillas de nuestra góndola, contemplando esa misma luna de plata que iluminaba su noche. Estaba invadida por unos enormes deseos de volar para en silencio contemplarle. De repente cerré mis ojos y permití que el frágil capullo que cubre mis esperanzas, dejara escapar la inocente crisálida. Por un instante me quedé prendida y colgada a una rama que danzaba frente a la ventana. Lentamente se fue abriendo el segundo capullo. Amado, que sensación ¡tan sublime! cuando sentí que poco a poco me iba abriendo al vuelo para dejar al descubierto mis alas, que tomaron el azul del vestido que usaba.
En ese instante pensé: “ Soy la mariposa más amada”. Volé, coqueteé, rocé y le contemplé hasta que juntos soñamos... descansé mis alas en su hombro, muy cercana a su tibia cara.
Esta noche he decidido convertirme en un lucero. Lo miraré desde el cielo pintando luz en su vida y cuando el sueño esté próximo a vencerle, le diré a las nubes que me envuelvan en sus níveos tules, mientras cierro mis ojos para que usted pueda dormir sin que el resplandor al mirarle interrumpa su vuelo hacia el descanso que le espera en el mundo de las hadas azules.
Amado mío, tomaré mil formas... seré mar, seré luna, seré luz, seré tiempo... pero por encima de todas las cosas mi cielo, seré amor... seré aliento... seré vida.
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

Nota: He de adelantarme y confesarle que mañana me convertiré en brisa para arropar cada poro de su mágica existencia.

VII.- En nuestra otra tierra.

Paris, 03 de Enero

Mí amado caballero Cyrano de Bergerac:
¡Qué hermosa fantasía la que me ha relatado, mi señor!... y no logro separar de mi recuerdo esa exquisita imagen de la jirafa que en gesto elegante dobla sus patas para posar caricias en su nariz... esa jirafa que paseó por sus sueños y le hizo recordarme...
Hace apenas unas horas viajé hasta su encuentro, en un vuelo repentino e inolvidable y mientras regresaba decidí venir a posarme bajo este senil pino que vigila unas tierras fértiles de sueños y futuro que nos pertenecen y esperan. Me he posado aquí a descansar este amor y de repente decidí rasgar el velo azul que cubre el día y elevarme a planear junto a una añil mariposa que se lleva mis ojos, mientras el sol sangra su hora.
Me regocijo con recuerdos esculpidos muy dentro de mi por ese ayer, por este hoy, por esta nívea y sorpresiva mañana y de repente una melodía de tambores jadea y se derrama por mis venas, entretanto sueño más allá de este campo en un vuelo dentro del tiempo que me huele a picadura, que me huele a espumas de mar. Decido aproximarme de nuevo al pino y se asoma en silencio un olor a caña brava sobre un chalet que abre un portón que aletea bienvenidas. Atrevo en él mis pasos y consigo un salón iluminado, con un añejo escritorio que el tiempo ha pintado de valor. Del lado izquierdo tres enormes pinturas por un momento distraen mis sentidos. En una veo a una hermosa yegua blanca sobre un fondo multicolor. En otra un inmenso cielo azul cubriendo un prado vertido de flores y la otra es un retrato en sepia de nuestro adorado epónimo de pie a las puertas del convento con su sombrero, jubón, capa y temible espada... los contemplo y no puedo evitar el rictus en mis labios.
Del lado derecho se eleva una enorme estantería, depositaria y escolta del legado de incontables hombres y mujeres... con una tibia sonrisa me acerco y tomo un libreto de gruesas tapas carmesí... al tomarlo vuelven los tambores a estallar; lo abro y encuentro:
"Yo os quiero, yo me ahogo, yo sediento estoy de tu hermosura... ¡Yo te amo! No puedo más; deliro, desfallezco, que de entero me robaste el albedrío... Tu nombre está en mi corazón, bien mío, ¡como en un cascabel!... y me enajena, y como de continuo me estremezco, constantemente el cascabel se agita, constantemente el dulce nombre suena. Todo lo que fue tuyo, de algún modo lo recuerdo, mi bien, pues lo amé todo".
En ese momento musito: "esto es amor" mientras de repente siento que usted aparece a mi lado y me dice: "¡OH, sí! este sentimiento, triste y reconcentrado, del amor más violento tiene todo el furor desesperado...".
Una lágrima escapa en soledad y se agota ahora entre nuestros labios que se besan y siento el latido agitado de nuestros pechos, cuando nuestros cuerpos unidos se precipitan de emoción, como la lujuriante percusión de los templados tambores y de los brillantes platillos en el bolero de Ravel...
OH, mi amado señor, ¡esto es amor!... luego, tomados de las manos, atravesamos un largo pasillo central que nos lleva a una abierta góndola, como esa que nos ha recibido tantas veces... y desde allí, usted resguarda mi espalda con su cuerpo y en silencio contemplamos un cielo azul... siempre azul que nos besa.
Vuelvo a cerrar el velo azul que rasgué y me quedo con su imagen en mis ojos... pensando que en este instante usted también me piensa mientras que grito a los cuatro vientos desde ésta, nuestra otra tierra, ¡Cielo, LO AMO!
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

viernes, febrero 03, 2006

VI.- Ayer, hoy y mañana.


26 de diciembre de 2003.

Mí amado caballero Cyrano de Bergerac:
Creo que esta carta de hoy no tiene fecha amado y es porque habla del ayer, del hoy y del después. Ayer, por ejemplo, le cuento que estuve en total recogimiento e imagino que fue por la proximidad del momento que habría de vivir, fue como soñar con esa caminata que me esperaba a su lado. Y cerraba mis ojos tratando de acoplar un sueño recurrente que se presenta desde niña en mis noches con la ilusión de su compañía, y es que ese sueño del que le hablo se presenta en un prado inmenso, infinito, bajo un mágico cielo azul, donde el único ser que le disfruta soy yo. Entonces imaginé que era en ese prado donde me esperaría, donde correríamos y reiríamos.
Hoy he llegado al prado y es real... es el mismo lugar infinito de mis sueños, el mismo cielo azul que no se deja dibujar nubes, pero ahora no le disfruté sola... sabe, además de sentirle compartido con usted, sentí como mientras nuestros pasos iban escribiendo una nueva página en el libro de nuestras vidas, en ese instante pasaban por mi mente escenas imaginarias de un par de adolescentes que se escondían de guarda parques para robarse tan solo unos besos.
Y junto a usted en sueños viajé al Cañón del Colorado, parándome sobre un inmenso risco desde donde pude contemplar la grandeza del poder de Dios; y vi cercano al prócer; y asistimos a una obra de teatro; y volamos en alas de banderas; y esquivamos una lluvia de arco iris que se empeñaba en tocarnos. Pero como he de olvidar ese viaje a aquel sueño de días pasados, donde ese ser especial tocaba mi pecho y me decía “que lindo te queda”. Creedme amor mío, esa reliquia que usted ha depositado en mis manos, para mi representa lo que realmente es... con ese gesto me dice “Mi Roxana, eres yo”. Claro mi señor, sé lo que eso es en su vida, y lo amo tal como lo ama usted.
Puede ser que esta carta no esté bañada de esa pasión vestida de rojo que logramos describir, pero mi caballero, usted y yo sabemos que el amor es de muchos colores, en ocasiones rojo como ese beso que nos damos y que nos lleva a un mundo de deseos y entrega; en ocasiones es azul como ese mundo que soñamos henchidos de esperanza y alegría; en ocasiones es blanco, tal como hoy, donde todo está lleno de luz y sólo importa el momento.Mañana, no es un día, es una vida por vivir, donde no es el tiempo lo que se estará midiendo, sino lo que se vivirá en ese tiempo, y es que mi amado caballero, su Roxana en tanto tiempo pasado no vivió lo que ahora vive junto a usted... un vivir rojo, azul, blanco, ... lleno de lo más grande e importante en el mundo... EL AMOR, su amor, mi amor.
Hoy alimentaste mi alma y recuerdo......que alimentaste mi alma con esas pequeñas cosas que sustentan mi mundo...con la naturaleza que parece estática ante nuestros ojos,pero que se dibuja con más de mil colores...con las flores que en ocasiones parecen adornos inmóviles,pero que hablan con su forma y con su aroma...con las manos que ves lejanas, pero que sientes sin tocarlas...con el sol que parece rabiar por su calor,pero que da vida e ilumina nuestros pasos... y con el dulce recuerdo que queda en mi existencia con el beso que nos acerca...con el beso que nos aleja...
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

V.- Última Navidad Triste.

Paris, 24 de Diciembre de 2003.
Mí amado caballero de Bergerac:
Aquí he de dejar algunas letras para usted en este día de recogimiento, recuerdos y reflexiones, donde se sacan cuentas, y tal como dice usted: “no cuadran...” y es que intento separar lo que se ha quedado en el pasado para poder estar tranquila, pero es duro... fueron muchos años que han tallado recuerdos dolorosos, que una no logra ya vivir del todo sin ellos.
Mi primer recuerdo de un Niño Jesús que existía fue como a los cuatro años, ya grande! dirá usted, pero no tengo muy buena memoria, sólo recuerdo un tío gordo y adorado y mi tía siempre sonriente, a los que visitábamos el 25 y siempre tenían regalos para nosotras. Creo que lo de los recuerdos lejanos se debe a que mis padres no pudieron presentárnoslo tal como era, y después mamá se fue con él. Recuerdo a mi madre siempre en esos días hasta casi las doce de la noche, pegada a una máquina de coser haciendo algún trajecito para sus tres niñas o simplemente haciendo cambios en alguno que ya habíamos usado.
Aunque he de confesar que esto y lo de no conocer la ilusión del niño como debía ser, no fue triste, ya que en casa bastaba con el amor de papá y mamá, pero al irse ella, terminó la Navidad.
Crecí, viví y me aferré a otras cosas para alejarme para siempre... con el tiempo comencé a vivir las navidades siempre tristes, pero recuerdo que junto a mi hermano, me llevaba en sus locuras a secar las lágrimas que pintaban el rostro... en una Navidad se fue mi adorada poeta, quien me enseñó tantas cosas, quien me dió el amor que faltaba y luego mi loquito también me dejó... y no es que los recuerde nada más en estas fechas, es que navidad es amar y ellos me dieron ese amor que hoy extraño... sólo me regocija una cosa mi señor, es que se fueron sabiendo lo mucho que les amaba.
A ratos entendemos el destino de los hombres, pero también a ratos nos sentimos incapaces de entender y aceptar. He pensado hoy que ésta ha de ser mi última Navidad como todas y me lleno de ese día de ayer, de ese día que no olvidaré, de ese día en que sentí que el mundo era un lugar inhóspito, solo, donde sólo vivíamos usted y yo, donde no hacía falta nada más, donde sentí que puedo disfrutar de la luz del sol si existe, pero que también soy capaz de amar las tinieblas si el sol se oculta, de ese día donde no hay frío ni calor, sólo la dicha de poderme saber un alma amada, mi adorado caballero.
En este momento, pido a Dios como lo hago todos los días, pido por los seres que amo, pido por el mundo, pido por usted, porque sea su vida como la sueña y si tiene a bien nuestro Dios, me de sólo un poco de esa calma que necesito, de esa fe que a veces me abandona para que no me visiten los fantasmas que me invitan a la muerte. Unas horas antes de esta última Navidad triste he de decirle que esta noche recordaré lo que ha sido mi vida, recordaré los que han desembarcado en este viaje, pero también recordaré lo que usted y yo hemos soñado, le recordaré como pilar de mis esperanzas y aunque cueste un poco, sonreiré para usted tal como se lo prometí.
Sólo completaré esta misiva con Feliz Navidad! mi cielo azul... aquí estoy siempre.
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

jueves, febrero 02, 2006

IV.- En esta fría noche.

París, 21 de diciembre de 2003.

Mi amado caballero Cyrano de Bergerac:
En este domingo frío le escribo nuevamente y le hablaré un poco de lo que hoy ha viajado en mis sueños, ahora que le sé en un parque de su hoy también fría ciudad.
He de imaginarle contemplando las estrellas que alumbran calles y casas, tratando de mostrarnos un mundo de fantasías y sueños repleto de alegría. Eso dicen que es la navidad, pero me gustaría que los hombres no olvidaran que la navidad, si es alegría, debe vivirse cada día... hay niños esperando un día glorioso llenos de golosinas y juguetes, pero también hay otros que se pasean por las vitrinas y ven escaparates llenos de sueños inalcanzables y piensan que la Navidad no les pertenece y cómo puede existir la Navidad si hay un niño que no la vive?
Bueno mi caballero, pero estas son sólo remembranzas de su amada soñadora que espera ver que los niños puedan volar libres en alas de cometas multicolores bañados de esperanzas.
Hoy, también he pensado que estaba alejada de los versos que también le escribo y le he escrito que mis poemas siguen vivos, que estoy llena de infinitos latidos y que el mar ha vuelto a rugir después de vivir un tiempo de vientos quietos y mares sin olas. No crea que es la musa que se aleja, no mi señor, es que me lleno la vida pensándole y siento que es eso lo que más regocija mi corazón. Puede parecer un silencio de versos, pero usted sabe que sin escribir también estoy gritando al mundo cuanto le amo.Sabe, hoy también me he vestido de niña con el pretexto de escribir una carta al Niño Jesús, que he colocado a orillas de nuestra góndola. Es una carta simple y en lugar de pedir, ofrezco dejar mis manos abiertas para que usted las tome y las coloque tibias en su pecho... en verdad que con eso esta niña sonreirá y será feliz...
Amado mío, ahora tengo frío, pero sé que es típico de estas fechas, pero tomaré esa manta de retales cosida con hilos de oro robados al sol y cubriré mi cuerpo... se calentará y así lo encontrará cuando venga a tomar mis manos para posarlas en su pecho.
He de despedirme, para que cuando usted cruce las fronteras para dejarme la carta o la nota de este día, consiga ésta escondida tras el ladrillo. No sin antes decirle, que hoy también sus besos me acompañan y que LE AMO.
Por siempre suya.
Su amada Roxana.

miércoles, febrero 01, 2006

III.- En la fiesta.

París, 19 de diciembre de 2003

Mí amado Cyrano:
Sabe, en este momento es la fiesta por otros tan esperada y he decidido en este instante en que le sé pensándome como yo, en que deseo estar a su lado, en que me brillan los ojos soñándole aparecer junto a mí; escribirle y contarle que ha sido de este viernes triste.
Asistimos a la capilla en la mañana y creo que allí se quedó su Roxana al oír al capitán mayor decirle que había conseguido lo que esperaba, hacer que todos en esa hora y media olvidaran todos los momentos duros de este año y se acercaran al que tenían a su lado y agradecieran la vida que tienen... y es que estuve llevando con todos una ceremonia, haciendo muchos papeles y en cada uno me presenté feliz y sonriente, tratando de que vieran que las navidades son calor y alegría, pero he de confesarle mi amado señor que estaba invadida de una inmensa tristeza, como ya le he dicho, estos días no me inspiran, pero por usted sonreí, hasta que alguien se acercó y me dijo: “Eres una hermosa mujer azul (imagino que por el vestido azul que me he puesto para usted), pero cuanto daría por que tus ojos brillaran al igual que tu vestido y me dijeras que realmente estás aquí”.
Le contesté, eres tan observador que te diré lo que siento, creo ya hice lo que todos esperaban de mi y ahora quisiera estar en otro lugar... Y es así amado, quisiera estar en otro lugar, donde la celebración sea otra, donde pueda agradecerle a mi caballero todo este amor que es razón de mi existencia, esto que usted me ha mostrado y que es mío, sólo mío.
Recuerdo estas otras palabras: -que han ayudado a que esté en silencio, sintiendo gran fuerza y halago en ellas, pero usted ya me conoce y sabe que no me gusta- “esta hormiguita, hoy de azul, manda, obedece, vive, trabaja, nos regala amor, escribe, no se le ve y nunca se queda con nada, todo lo entrega... eso nos enseñas hoy, que la sabiduría del hombre no está en su conocimiento, sino en saber dar siempre...”
Sabe usted mi señor, no quiero que piense que mi tristeza es porque no esté aquí, eso sólo me hace soñar en un día que llegará y mis ojos brillarán como dice el amigo, un día en que Dios nos regalará todo el tiempo que se ha ido, y que en ocasiones pienso que tan solo es un tiempo que no ha sido, un día que me vista toda de azul para usted, un día que será interminable ya que nunca más se ocultará el sol, un día en que sienta que mis manos trabajan junto a las suyas, un día en el que no temeré que mis brazos y mi cuerpo estén soñando en lo que no les puedo ofrecer, un día en que juntos construyamos con las hojas que el otoño ha desprendido de los árboles un nuevo árbol de sueños y en las hojas de ese nuevo árbol le ayude a escribir una nueva historia.
Amado Cyrano, hace un rato un grupo grande de la tropa me agradecía que hiciera del día de hoy algo diferente, agradecían que les diera más de los que ellos creen merecer y sólo pude decir que siempre ha sido así, que es esta mi casa, de la que no quiero nunca salir, pero que mi motivación más grande está en algún lugar de esta tierra junto a un Ángel que me guía y espera, que es feliz si me sabe hoy feliz... esas fueron mis únicas palabras que casi eran un grito.
Ahora bajaré nuevamente, creo tomaré una copa y brindaré por los dos... y aunque son tristes las navidades, tengo algo que nunca antes tuve... SU AMOR... MI AMOR.
Por siempre suya,
Su amada Roxana.

II.- En este momento.


París, 17 de diciembre

Amado caballero, soldado de temible espada:

En este momento, en que le sé callado contemplando el cielo azul que enmarca los recuerdos, vuelvo a escribirle.
Hoy he deseado beberle sus fríos y gritar tan fuerte su nombre para llamarle a mi rincón. Quiero decirle también, que con tan solo una mirada de sus diminutos ojos siento que recorre cada centímetro de mi cuerpo; que siento que el día brilla y el cielo es azul... siempre azul sólo si sé de usted; que soy felíz si siento que lucho a su lado; que siento que respiro si percibo su aliento.
Todas estas cosas quería decirle hoy que le presiento triste... recuerde: si usted lo está, yo lo estaré, porque he de preferir la oscuridad antes de saberle sin sonrisas.
Suya por siempre.
Roxana.


martes, enero 31, 2006

I.- En esta mañana.


París, 16 de diciembre

Amado caballero de Bergerac:
En esta mañana, al igual que todas, desde aquella hermosa mañana de junio, cuando descubrí la gracia de vivir a plenitud mi inofensiva, pero incurable locura; aquel junio que me permitió recobrar la capacidad de poder soñar despierta, de poder saber lo que es la omnipresencia... he despertado con su imagen amarrada en mi almohada, con las ganas locas de tocar sus rostro sólo con mis ojos y esperar que el alba haga lo que yo no haría... despertarle sin antes posar mis manos tibias en su pecho.

He despertado con las ansias de llevarle ese cafecito antes de que se calce sus zapatillas... y es que a esa dama, caballero, le pasa lo que a usted... esa dama, desde ese junio vestido de sol, piensa en usted cada minuto vivido y es en estos días, que también son tristes para ella, en que se aferra con más vehemencia a las esperanzas.

Sabe usted, de repente su Roxana se ríe con el viento y contempla en silencio sus manos, como buscando la verdad de lo que tocan... de repente la veo saltar y es que está dejando libre a la mujer que estuvo prisionera en su carne. Ella anda desnuda esperando a su amado que le haga un vestido de besos y se vacía el alma cuando le escribe sus versos y cuando la febril ansiedad crepita en su sangre viaja en góndola hasta su encuentro.

Le contaré que en este momento no desencajaré mi rostro, porque por primera vez esta dama le confesará, que muchas veces se paseó por esa despedida que usted llama para siempre, pero igualmente le confesaré, ahora que soy triunfadora, que he de vivir para brindarle mis manos, las cuales usted ha vestido con terciopelos azules... siempre azules.Al igual que usted, no sé dónde moriré, pero hoy gritaré también a los cuatro vientos... LE AMO... desde ese ayer, hoy y hasta el final.
Suya.
Roxana.