domingo, agosto 26, 2007

XVII.- ¡Feliz cumpleaños!



París, 17 de Marzo de SIEMPRE...

Amado mío:

He de confesarle que anduve en el día de ayer recorriendo jardines y plazas de esta luminosa ciudad. Luego me dirigí al Café Petit a recoger tulipanes que un respetuoso caballero venezolano había dejado para mí. Sé que esto le sorprende mi señor, pero en realidad fue un gesto bondadoso. Por cosas del destino este caballero leyó esa misiva que envié a usted el pasado 14, donde hablaba de nuestro 14, de ese día que celebramos nuestro nacimiento al amor, y pensó que me encontraba muy triste por no pasar ese día junto a usted. Seguidamente, mientras caminaba de regreso a casa con las manos llenas de flores, pensaba qué podría entregaros en este día en que celebráis vuestro cumpleaños, este día que he de agradecer a Dios durante toda mi vida.
En mi paseo, pensé muchas cosas... compartir estos tulipanes con usted, pero al recapacitar y saber que en ese viaje no podría brindarle mis manos para que llegasen aún tibios, desistí de la idea. Mi pensamiento se llenó de imágenes hermosas y me propuse escribir un poema, pero decidí no atrapar palabras y dejarlas libre en los aires. También me imaginé tejiendo con rayos robados al sol, una manta para que usted pudiese arroparse en esos días en que no consigue mi cuerpo, pero supe que no estaría lista mi labor para este día. Pensé en cerrar mis ojos y permitir que esa mariposa azul me llevara en sus alas hasta usted. Pensé en hacerle un rico pastel y bordarlo con hilos de almendras, moras y fresas mi señor, pero después pensé que usted no debe abusar de estos manjares.
Pues, después de tantos sueños revoloteando en mi, decidí escribirle esta carta y enviarla rápidamente, para que mañana al despertar, una vez más sepa cuanto lo amo. Sé que no hay mejor presente para usted en este su día.
He de decirle en estas líneas mi señor, que esta humilde dama del mundo, que escribe, que sueña con caballos alados, que daría su vida tan solo por llegar a la dicha eterna en su corazón, que sonríe al mundo esperando le devuelvan alguna sonrisa; esta dama que pinta en los cielos con los colores que despojó al arco iris para posarlos en su paleta; esta dama que soy yo, hoy quiere brindar por usted, hoy quiere contemplar ese rostro donde habita mi alegría, hoy quiere tomaros de las manos y caminar, hoy quiere desear un hermoso día donde sólo el azul coloree los cielos, un día en que todas las aves reciten al mundo su canto, en que los árboles en el bosque muevan sus ramas cuando la brisa les bese.
Esta misiva es mi presente y va colmada de mis mejores deseos en este instante, en este día, en esta vida, en nuestra vida. He de terminar diciéndole las palabras que todo el mundo repite, pero que como habrá notado, ya se las dije antes de otra manera: ¡Feliz cumpleaños mí amado Savinien de Cyrano Caballero de Bergerac!

Quien omnipresente celebrará con usted cada día de su existencia.

Por siempre suya,
su amada Roxana.

XVI.- Hoy 14, repetirle mi razón de existir



París, 14 de Marzo



Adorado caballero:

Hace apenas unos minutos recordaba la última carta que le envié, donde le comento de mis andanzas con Scherezade, y mi promesa de contarle otras aventuras, pero en este instante son otras cosas las que están provocando que mis manos desborden algunas palabras para usted.

Quizá esta misiva no lleve muchas más palabras de las que ya le he dicho mi señor, pero como dejar pasar este catorce, y no decirle en este día en que celebro mi nacimiento a la dicha, ese que he llamado el reestrenar de mi vida, ese día en que con sus manos tibias apagó el oscuro terciopelo de soledades y mis dedos no volvieron a hojear tristezas. Ese día en que anidé las rosas en mis ojos y me bebí de su boca el aliento azul de los mares y esa paz del hombre que siempre esperé; deciros que agradezco no sólo mi nacimiento, sino el que en ese momento descubrí la razón de mi existencia.

Hoy, lamento el no poder cumplir esa promesa que nos hicimos de vivir cada 14 juntos, pero sé que aún hay muchísimos 14 por delante para que nos dejemos arropar por cielos azules, mientras la música calma nuestras ansias.

Hoy no le veré, pero quisiera repetirle algo que ya os he mencionado, y es que sepa que seré feliz si usted lo es, que sonreiré siempre para usted. Nunca amado, oculte sus preocupaciones o penas a mi, es imposible, porque presiento siempre su sentir y quiero saber que toma mis manos.

Mi adorado caballero, hoy 14 esperaré el ocaso con una plegaria en mis ojos, para que Dios me permita esculpirme por siempre en alegrías y pueda mostrarle sólo el color de mis sonrisas. Que me permita trocar los guantes que seducen por vendas tibias y posarlas sobre el cansancio en su cuerpo, girar a la izquierda las oxidadas agujas y tejerle en este día una hermosa historia, desvanecer lo que fue y esperar una nueva hora junto a usted mi señor.

Amor mío, hoy mientras trabaja, imaginaré libarme caricias de sus ojos menudos y sienta usted que mi silencio sin manos le roza... sonrío por usted y para usted en este nuevo 14 en nuestras vidas, en este nuevo 14 en que sé que es usted mi razón de existir.

Por siempre suya,
Su adorada Roxana.

domingo, agosto 19, 2007

XV.- Mis viajes con Scherezade... revelar el amor.


París, 5 de Marzo de 2004.

Mi amado Cyrano:

En este momento sólo me acompaña la tenue luz de mi candil, mi pluma, mi tintero y este pergamino... afuera la brisa espera mis letras para que vuelen en alas del tiempo hasta usted, mientras pienso en su ultima misiva, llena de remembranzas de su niñez y no puedo evitar que el rictus en mis labios delate la alegría por imaginar en mi cielo a un niño que desde siempre ha transitado en un jardín de caballos alados con su espada, sirviendo a los deseos del amor.
Me confiesa que todos estos relatos pertenecen a su intimidad... es entonces que he decidido ascender a una alfombra tejida con hilos de sueños y rememorar lo que ya estába escrito, hablarle un poco más de su pequeña.
En realidad puedo resumir mi niñez con pocas palabras, mi señor, porque usted ya sabe que fue corta, que siendo aún niña tuve que destejer mis crinejas y hacerme un apretado moño, pero si me habla de sus andanzas con ese testigo de la primera vez, hablaré un poco de mis paseos con quien me habló de su existencia también por primera vez.
Le cuento que mi madre acostumbraba cada noche, con la mágica realidad de su presencia, reunir a sus tres muñecas de verdad y pintar con palabras un mundo fantástico y hermoso. Así lograba trasladarnos a rincones increíbles. En uno de esos viajes conocí a una linda doncella, realmente cautivante y con un ingenio indescriptible. Recuerdo que su mirada reflejaba sabiduría y llegué a admirar su talento, aún más, cuando de manera casi imperceptible tomaba cada palabra de mi madre y continuaba ella el relato. El nombre de esta doncella es Scherezade.
Cielo, fue a Scherezade a quien por primera vez escuché hablar de amor y pasión. Recuerdo que era un relato sobre Unsal-Wudjud y su amada. He de confesarle amor, que no entendí claramente y le interrumpí para preguntarle que era amor. Ella me dijo:

--“Has de saber que el amor es algo muy duro, que ocultarlo causa un dolor capaz de derretir el hielo, es causa de enfermedades y sufrimientos, mientras que por el contrario, nada puede reprocharse a quien revela la pasión que siente”

-- Si duele, no quiero saber de amor!!! -le dije.

-- No podrás ya evitarlo, esa historia ya está escrita, pues hace más de mil y una noches que ÉL te ha presentido.

-- ¿Qué? ¿Quién es él? ¿Qué tiene que ver con amor? -le pregunté.

-- No te afanes niña, ese día, que ya está escrito, escucharás una dulce voz que te pedirá tu llanto acabar. Esa voz tendrá olor, olor a mares, sabor a sueños, color de vida. En sus manos traerá rosas deshojadas y con etérea pasión las lanzará al viento. Tomará tus manos y luego un abrazo que cubrirá tus penas, te besará sin pronunciar palabras y quedarás dormida en sus brazos. A partir de ese día no volverás a estar sola... omnipresente en tu vida por siempre estará, porque ese día reestrenarás tu vida para cumplir tu misión... amar y dejar sólo enterrada tu soledad –me dijo.

Amado mío, os aseguro que no sabía de qué me hablaba, pero ahora sé que esa historia si estaba escrita y qué usted es ese caballero que mi querida doncella refería en sus palabras.
Sepa usted que os escribiré nuevamente para hablarle de muchos otros cuentos que escuché de la ingeniosa amiga. Cuentos que escuché noche tras noche, aún después de que mi madre partiera a los cielos azules a contar historias a los viejos.
A cada instante grito a los cuatro vientos, a hombres y mujeres que yo le amo, pues he de preferir revelar esta pasión, a sufrir o enfermarme como me advirtió la talentosa e inolvidable Scherezade.

Por siempre suya.
Quien le ama,
su adorada Roxana.

XIV.- Quebranto...


París, 21 de febrero de 2004.

Mí amado caballero Cyrano de Bergerac:

Hoy he amanecido como siempre, con muchos deseos de usted, y cuando digo deseos quizás puedan pensar que es la carne de mujer la que anhela no sentir frío, pero cómo explicarle que este deseo es otra cosa, que este deseo se calma tan sólo con un instante de sus ojos, con una palabra de sus labios, con una caricia tibia de sus manos.

Le confieso mi señor, que he tomado nuevamente todos los pergaminos que albergan sus palabras, y las he leído todas, una y otra vez, tratando de volver a la calma sin estas ansias. Es entonces, amado primo, que puedo reír, brillar, llorar y sólo pensar en este amor puro y reconcentrado, mientras que le imagino escribiendo, y es que por momentos lo olvido, es por ello que os pido me disculpe.

Sé mi amor, que no puedo seguir pidiendo a nuestro Dios con esta vehemencia que me dé la oportunidad de convertirme en ave o mariposa cuando mi necesidad de usted sea tan inmensa - creo que aún sufro de la entelequia por mis febriles quebrantos de anoche-, pero amor mío, no puedo apartar de mi este deseo desmedido de entregarle mi amor a cada instante, de ver las rosas anidar en sus ojos, de sentir mis manos temblando de felicidad cuando acarician sus sienes cansadas, de leer en cada palmo de su cuerpo la poesía que hemos pintado sobre el amor, de que salgamos al prado a buscar flores y frutas, mientras el aire se peina con nuestros besos, como me ha escrito uno de los nobles caballeros que siente la existencia de Dios a través de nuestro amor, de darle mis “palabras de terciopelo celeste, alados lechos de amor acariciando el puente que une la música y su silencio”.

Amado mío, perdone hoy este quebranto, que estoy segura pasará, sólo quiero decirle que le amo como nunca nadie jamás amó y se me antoja gritarlo. La luz de nuestro amor, no es luz sobre su cuerpo y el mío, es la luz que permite a hombres y mujeres de este mundo sentir que Dios existe.

Por siempre suya,
Su amada Roxana.