miércoles, febrero 01, 2006

III.- En la fiesta.

París, 19 de diciembre de 2003

Mí amado Cyrano:
Sabe, en este momento es la fiesta por otros tan esperada y he decidido en este instante en que le sé pensándome como yo, en que deseo estar a su lado, en que me brillan los ojos soñándole aparecer junto a mí; escribirle y contarle que ha sido de este viernes triste.
Asistimos a la capilla en la mañana y creo que allí se quedó su Roxana al oír al capitán mayor decirle que había conseguido lo que esperaba, hacer que todos en esa hora y media olvidaran todos los momentos duros de este año y se acercaran al que tenían a su lado y agradecieran la vida que tienen... y es que estuve llevando con todos una ceremonia, haciendo muchos papeles y en cada uno me presenté feliz y sonriente, tratando de que vieran que las navidades son calor y alegría, pero he de confesarle mi amado señor que estaba invadida de una inmensa tristeza, como ya le he dicho, estos días no me inspiran, pero por usted sonreí, hasta que alguien se acercó y me dijo: “Eres una hermosa mujer azul (imagino que por el vestido azul que me he puesto para usted), pero cuanto daría por que tus ojos brillaran al igual que tu vestido y me dijeras que realmente estás aquí”.
Le contesté, eres tan observador que te diré lo que siento, creo ya hice lo que todos esperaban de mi y ahora quisiera estar en otro lugar... Y es así amado, quisiera estar en otro lugar, donde la celebración sea otra, donde pueda agradecerle a mi caballero todo este amor que es razón de mi existencia, esto que usted me ha mostrado y que es mío, sólo mío.
Recuerdo estas otras palabras: -que han ayudado a que esté en silencio, sintiendo gran fuerza y halago en ellas, pero usted ya me conoce y sabe que no me gusta- “esta hormiguita, hoy de azul, manda, obedece, vive, trabaja, nos regala amor, escribe, no se le ve y nunca se queda con nada, todo lo entrega... eso nos enseñas hoy, que la sabiduría del hombre no está en su conocimiento, sino en saber dar siempre...”
Sabe usted mi señor, no quiero que piense que mi tristeza es porque no esté aquí, eso sólo me hace soñar en un día que llegará y mis ojos brillarán como dice el amigo, un día en que Dios nos regalará todo el tiempo que se ha ido, y que en ocasiones pienso que tan solo es un tiempo que no ha sido, un día que me vista toda de azul para usted, un día que será interminable ya que nunca más se ocultará el sol, un día en que sienta que mis manos trabajan junto a las suyas, un día en el que no temeré que mis brazos y mi cuerpo estén soñando en lo que no les puedo ofrecer, un día en que juntos construyamos con las hojas que el otoño ha desprendido de los árboles un nuevo árbol de sueños y en las hojas de ese nuevo árbol le ayude a escribir una nueva historia.
Amado Cyrano, hace un rato un grupo grande de la tropa me agradecía que hiciera del día de hoy algo diferente, agradecían que les diera más de los que ellos creen merecer y sólo pude decir que siempre ha sido así, que es esta mi casa, de la que no quiero nunca salir, pero que mi motivación más grande está en algún lugar de esta tierra junto a un Ángel que me guía y espera, que es feliz si me sabe hoy feliz... esas fueron mis únicas palabras que casi eran un grito.
Ahora bajaré nuevamente, creo tomaré una copa y brindaré por los dos... y aunque son tristes las navidades, tengo algo que nunca antes tuve... SU AMOR... MI AMOR.
Por siempre suya,
Su amada Roxana.

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