sábado, octubre 27, 2007

XXI.- Angustia



París, 13 de junio

Amado mío, hace días quiero escribirle, pero es bien sabido ahora por usted que todas las cuentas, letras, números y citas en mis manos se han borrado y eso ha desencajado mi vida.


Unos días atrás fui a buscar pergamino y el tintero. Allí encontré una carta de amor mi señor. Sí, una carta de amor, de un amor que no existió. Esta misiva también logro nublar todos mis sentidos y fue en vano mi intención de escribirle en ese día.


En este momento, en que siento tan mías aquellas palabras de angustia, que usted un día me escribió:


Son tuyas mis quimeras hoy

vuela el amor cuando te pienso

pero me entristece la verdad

porque te busco a mi lado

y no te encuentro…


es, entonces que siento que me consumo y no logro aliviar el alma que me duele, quizá porque presienta que usted está igualmente con dolor en su alma al pensar que no pueda calentar su cuerpo con mis ojos cuando le miran, que no pueda hacer brillar sus sonrisas ante el mundo, que no pueda calmar la sed en sus labios con mis besos y de repente vuelvo a leer cada una de sus cartas y esa carta que no llegó a su destino.


Esa carta fue escrita por mi hermano hace unos cuantos años y hoy que sé que no puede escucharme, lloro su ausencia. Sólo le pido a Dios le permita desde el cielo leer nuestras cartas amado, para que sienta que ese amor que soñó y que nunca conoció, ahora es vivido por su hermana; que ese amor que a veces sólo necesita de una pequeña sonrisa, de una palabra, de un gesto, está anidado en nuestras almas amor.


Amado sé que esta carta, por más que lo intento, no logra ser un torrente escarlata de pasión, ni lleva el aroma de los tulipanes que me gusta tomar cada mañana. Además, de que no puedo secar los mares en mis ojos. Pero cómo hacer amor, si debo guardar el canto de las aves, aunque me muera por querer dejarlas libres para volar y que usted escuche mi canto.


Discúlpeme mi señor, por toda esta nostalgia que nada hoy por mis venas, pero cómo he de ocultarle que de no verle, de no saberle, me siento caer en un mundo de lenguas lejanas y desconocidas, donde todo lo que se escucha es silente a mis oídos, donde todo lo que existe, no existe, donde todo lo que se mueve está estático.


Sí, discúlpeme, pero sepa usted que todo esto que siento es por no poder amarle de otra forma, además de que es la única manera en que se puede amar y es la manera en que siempre le amaré.


Es cierto aquello de que Su ella llora. Si cielo, lloro y por esto también le pido disculpas, porque la distancia en este día silencioso me golpea.


Por siempre suya.
Su amada Roxana.

No hay comentarios.: