domingo, octubre 28, 2007

XXIII.- Canta conmigo que quiero decir que eres TÚ, mi delirio




París, 13 de septiembre
Mi amado Cyrano:
Quisiera hoy responder a todas esas cartas que ha dejado bajo el ladrillo para mi. Por ello he vuelto a tomar cada pergamino que me trae su amor, pasión, delirio de estar conmigo, pero también he pensado que mañana es 14 de este septiembre lluvioso y no podremos estar juntos tal como nos lo habíamos propuesto.
He de confesarle mi señor, que este no ha sido un mes en el que a cada momento desde mis labios broten esas sonrisas que usted tanto ama, porque según me dice, iluminan mi rostro; en el que el arco iris habite en mis ojos. De verdad he luchado tratando de encontrar la fortaleza para aceptar todas esas cosas que la vida nos pone por delante, pero que lamentablemente no nos enseñan a afrontar.
A veces, mi señor, me siento pequeñita y siento al mundo tan grande arropándome. En ese momento deseo convertirme nuevamente en aquella mariposa lunar, azul, que un día voló hasta usted para luego posarse en su hombro y sentir la tibieza de su rostro; quisiera estar con usted en mi tristeza, en mi alegría y en mi sufrir, porque en usted se encierra toda mi vida y si no está conmigo mi vida, no sé que hacer.
Mañana 14, al amanecer me gustaría sentir como la hiedra del amor atrapa mi cuerpo; sentir en mi espalda ese amor delirante que abraza mi alma, que es pasión que atormenta mi corazón. No podrá ser, pero mañana 14, levantaré mis ojos al cielo azul, siempre azul, y buscaré alguna nube cómplice que vaya a su encuentro y dibuje ante sus ojos una de esas sonrisas que tanto le gustan y le expresen como es de inmenso en el fondo de mi corazón mi amor por usted y le digan además, que yo soy sólo dichosa de sentir que usted me quiere también; que le digan que no me canso de saber de su amor; que no me cansaré de repetirle por siempre cuanto lo amo, porque esa es mi verdad.
Mañana 14, mi señor, no dejaré a los duendes cansados que quieren habitarme vivan en mi, porque mañana 14, aunque distantes, no habrá niebla que me hable de silencios.
Por siempre suya, quien le ama con todas sus fuerzas.
Su amada Roxana.

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