domingo, agosto 19, 2007

XIV.- Quebranto...


París, 21 de febrero de 2004.

Mí amado caballero Cyrano de Bergerac:

Hoy he amanecido como siempre, con muchos deseos de usted, y cuando digo deseos quizás puedan pensar que es la carne de mujer la que anhela no sentir frío, pero cómo explicarle que este deseo es otra cosa, que este deseo se calma tan sólo con un instante de sus ojos, con una palabra de sus labios, con una caricia tibia de sus manos.

Le confieso mi señor, que he tomado nuevamente todos los pergaminos que albergan sus palabras, y las he leído todas, una y otra vez, tratando de volver a la calma sin estas ansias. Es entonces, amado primo, que puedo reír, brillar, llorar y sólo pensar en este amor puro y reconcentrado, mientras que le imagino escribiendo, y es que por momentos lo olvido, es por ello que os pido me disculpe.

Sé mi amor, que no puedo seguir pidiendo a nuestro Dios con esta vehemencia que me dé la oportunidad de convertirme en ave o mariposa cuando mi necesidad de usted sea tan inmensa - creo que aún sufro de la entelequia por mis febriles quebrantos de anoche-, pero amor mío, no puedo apartar de mi este deseo desmedido de entregarle mi amor a cada instante, de ver las rosas anidar en sus ojos, de sentir mis manos temblando de felicidad cuando acarician sus sienes cansadas, de leer en cada palmo de su cuerpo la poesía que hemos pintado sobre el amor, de que salgamos al prado a buscar flores y frutas, mientras el aire se peina con nuestros besos, como me ha escrito uno de los nobles caballeros que siente la existencia de Dios a través de nuestro amor, de darle mis “palabras de terciopelo celeste, alados lechos de amor acariciando el puente que une la música y su silencio”.

Amado mío, perdone hoy este quebranto, que estoy segura pasará, sólo quiero decirle que le amo como nunca nadie jamás amó y se me antoja gritarlo. La luz de nuestro amor, no es luz sobre su cuerpo y el mío, es la luz que permite a hombres y mujeres de este mundo sentir que Dios existe.

Por siempre suya,
Su amada Roxana.

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